Santa Rita de Casia: Un Modelo de Amor, Sacrificio y Fe en los Tiempos de la “autosuficiencia”
Cada 22 de mayo, la Iglesia celebra con especial devoción a Santa Rita de Casia, conocida como la santa de los imposibles. Su vida fue un verdadero testimonio de fe, humildad y entrega total a Dios, incluso en medio del dolor más profundo. Hoy, más que nunca, su ejemplo es un faro de luz en un mundo que promueve el ego, el individualismo y la autosuficiencia como si fueran virtudes.
Una mujer como usted, con dolores como los suyos
Santa Rita no fue una mística retirada del mundo, ni una religiosa desde la infancia. Fue esposa, madre, viuda, y finalmente monja. Vivió el dolor de un matrimonio difícil, con un esposo violento y volcado al pecado. Soportó la pérdida de sus hijos. Sin embargo, todo esto lo vivió desde una profunda relación con Dios, sabiendo que su sufrimiento ofrecido tenía valor eterno.
Mientras que hoy muchos dicen: “usted tiene derecho a ser feliz” o “no se sacrifique por los demás, piense en usted”, Santa Rita vivió el Evangelio de manera radical: no buscó su comodidad, sino que ofreció su vida para evitar el pecado de su esposo y de sus hijos. Rezaba, sufría en silencio, perdonaba, y en todo momento intercedía para que los suyos no se condenaran eternamente.
El amor verdadero no busca el placer, sino la salvación
En una época donde se exalta la “autoestima” como si fuera el centro de la vida, y se promueve el pensamiento de que “usted puede todo” sin Dios, Santa Rita nos recuerda una verdad que ha sostenido a los santos de todos los tiempos: sin Cristo, nada podemos hacer (cf. Jn 15,5).
Hoy se les dice a los padres que no exijan demasiado a sus hijos, que no los “traumen” con normas religiosas, que los dejen elegir “su verdad”. Pero Santa Rita no creyó en esas mentiras modernas. Ella sabía que el alma de sus hijos estaba en juego. Y cuando murieron jóvenes, ofreció su dolor a Dios con la esperanza de que alcanzaran la vida eterna y no vivieran para vengar la muerte de su padre.
¿Cuántos padres hoy están dispuestos a sufrir en silencio, orar sin cesar, y ofrecer su cruz para que sus hijos se conviertan? ¿O hemos cedido al engaño de que el mejor legado es la autoestima, el éxito profesional o una “espiritualidad libre”?
Su oración, su fe y su humildad abrieron las puertas de lo imposible
Después de años de dolor y viudez, Rita pidió ser admitida en el convento de las Agustinas. Se lo negaron varias veces. Pero su fe era más fuerte que los obstáculos. Finalmente fue admitida, y allí vivió con tal entrega que recibió los estigmas de la Pasión de Cristo en la frente: una espina como la de la corona del Señor, que la acompañó los últimos quince años de su vida.
Ella no pidió milagros para sí misma, no exigió nada de Dios. Ofrecía todo. Por eso, cuando hoy recurrimos a ella como “santa de lo imposible”, lo hacemos con la certeza de que su corazón sabe lo que es sufrir con fe y esperar contra toda esperanza.
Una invitación a volver al verdadero camino
Santa Rita no fue una mujer débil. Fue una mujer fuerte en Dios. Su fuerza no vino de “creer en sí misma”, sino de creer en Cristo crucificado y resucitado.
No buscó el “universo”, ni energías, ni decretos de abundancia.
Se postró ante el Señor, amó en silencio, y vivió para que otros se salvaran, no para que la aplaudieran.
Usted también está llamado a eso. Dios no le pide que tenga una vida fácil, sino una vida santa. Y eso, sí es posible. Santa Rita es prueba viva de que el sufrimiento ofrecido con amor salva almas, y de que la fe puede mover montañas, incluso aquellas que parecen imposibles.
Santa Rita de Casia, ¡Ruega por Nosotros!